La Torre Eiffel deja sin aliento a cualquier turista que la visite; pero, aún más, pueden conseguirlo los curiosos datos que esconde la celebre torre.
Por Ainhoa Hernández
Una palabra para describir París: inspiración. Caminar por los Campos Elíseos, visitar el Palacio de Versalles, descubrir la plaza del Louvre, admirar las vistas desde la Torre Eiffel… En la ciudad del amor se respira arte y, en cada esquina, encontramos muestras de la creatividad humana. Y es que París recoge algunos de los lugares más emblemáticos del mundo, diseñados por algunas de las mentes más brillantes de nuestra historia. Pero, también, guardan curiosidades, descubiertas con el paso de los años, que aumentan el interés por estos monumentos.
La Torre Eiffel fue construida entre 1887 y 1889 por el empresario Gustave Eiffel. Esta pieza arquitectónica de 324 metros atrae a más de siete millones de turistas cada año, convirtiéndola en el monumento más visitado del mundo. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1991 y ofrece a quienes la visitan una experiencia de observación e historia única.
La mayoría de estos datos ya los conocíamos, sin embargo, este icónico monumento esconde algunas peculiaridades que ningún turista imaginaría. Por eso, hoy queremos revelarte cinco curiosidades sobre la celebre torre; para observar el arte parisino con mayor admiración, si cabe.
No fue diseñada por Gustave Eiffel. Aunque la torre recibe el nombre de este famoso empresario, éste no fue el único genio que impulsó su nacimiento. Los ingenieros Maurice Koechlin y Emile Nouguier diseñaron la estructura de la torre que posteriormente construiría el señor Eiffel. Gustave disponía del dinero, y sin él, el monumento nunca habría existido, sin embargo, su característica silueta se debe a las audaces ideas de los dos ingenieros.
Cambia de tamaño. El metal que compone su estructura es sensible al cambio de las temperaturas; con el frío se contrae y con el calor se expande. Por esto, en invierno la torre se encoge cerca de cuatro centímetros. Con el clima caluroso, la torre aumenta y la expansión del metal hace que el monumento se mueva, llegando a alcanzar como récord una inclinación de 18 centímetros en 1976.
Tenía los días contados. En los planes iniciales, la Torre Eiffel no debía permanecer mucho tiempo erguida. La Torre Eiffel se construyó como muestra temporal para la Feria Mundial de París de 1889, que conmemoraba el centenario de la Revolución Francesa. Sin embargo, el gobierno francés se dio cuenta de los beneficios culturales y económicos de su continuidad y, gracias a las primeras transmisiones radiofónicas y telecomunicaciones, ha permanecido hasta hoy. Se realizó un “referéndum” entre eminencias ligadas al mundo de la cultura y de la alta sociedad parisina de aquella época. La permanencia de la torre estuvo en duda hasta el último segundo y se dio solamente por un voto de diferencia.
Cambia de color. Para evitar la corrosión del material, el edificio se pinta cada cinco años, razón por la cual se ha cambiado de color en muchas ocasiones. El color de la torre se basa en tres tonos, con el más claro se pinta la parte superior y va siendo progresivamente más oscuro hacia abajo.
Un arma determinante. La Torre Eiffel jugó un papel determinante en la victoria de los aliados frente a los nazis, en la segunda guerra mundial, ya que sirvió de retransmisor para captar mensajes enemigos y generar conexiones entre los ejércitos que lucharon por la liberación de Europa. Su aportación resultó fundamental en el éxito final del conflicto.
¡Está casada! Aunque suene increíble, en 2007, Erika Aya, también conocida como Erika Eiffel, una arquera estadounidense, “se casó” con la Torre Eiffel.
El encuentro inicial de Erika con la torre tuvo lugar en 2004, y según ella, experimentó una conexión instantánea con el monumento. Los profesionales médicos han categorizado esta atracción como una forma de parafilia, un trastorno en el que las personas desarrollan vínculos intensos con objetos inanimados.