Ha llegado el verano, la mejor época del año para aprovechar de unos días en la playa, disfrutando del mar y del buen tiempo. Para la mayoría de la población occidental es el momento de las vacaciones.
Por Nicolás Fonseca Rivas
Para la mayoría de la población occidental, el verano es el momento de las vacaciones. Una gran parte de esta población se dirige a zonas de la costa, con el objetivo de disfrutar de unos días de relax y diversión en la playa y en el mar. En este articulo de Slocum Magazine, te contamos algunas curiosidades acerca del mar, del verano y de las vacaciones. Vamos allá.
¿Por qué hace tanto calor en verano? La razón radica en la inclinación de los rayos solares que inciden sobre la Tierra. En verano, los rayos inciden perpendicularmente al suelo, por lo que están más concentrados y calientan más la zona afectada.
Las fuertes olas de calor del verano pueden afectar negativamente nuestras capacidades mentales. Esta cifra surgió, por ejemplo, de un estudio de la Universidad de Harvard en un bochornoso verano de 2016 (temperaturas entre 28 y 33 grados). Algunos estudiantes que durmieron en dormitorios más frescos por la noche se desempeñaron mejor que otros en las pruebas de aritmética y reconocimiento visual. Investigaciones anteriores y posteriores han encontrado una caída importante en la eficiencia y productividad del trabajo cuando las temperaturas comienzan a superar los 23-24 °. Parece que estos fenómenos se deben a que el cuerpo, al reaccionar al fuerte calor, utiliza mucha glucosa para regular la temperatura interna. La glucosa es también el «combustible» que utiliza el cerebro para sus procesos. Por tanto, las habilidades de razonamiento y la eficiencia podrían disminuir bastante durante las olas de calor.
También existe un vínculo entre la estación estival y el estado de ánimo: la exposición a la luz solar aumenta la liberación de serotonina en el organismo, un neurotransmisor que induce sensaciones de bienestar. Aprovechamos para recordar que no son necesarios periodos muy largos exponiéndonos al sol y que es muy importante contar con las protecciones adecuadas, teniendo en cuenta también la tipología y tonalidad de nuestra piel.
Algunos investigadores científicos han especulado que en verano aumenta el riesgo de delincuencia, debido a las fluctuaciones hormonales relacionadas con el calor, que harían a las personas más agresivas. De hecho, la regulación de la temperatura corporal conduce a un aumento de la adrenalina y de la testosterona. Sin embargo, no se ha probado el vínculo entre estos fenómenos y los delitos. ¡Por tanto, podemos centrarnos en el lado positivo del verano!
¿Por qué nos bronceamos? En realidad, el bronceado corresponde a una acumulación de melanina liberada por la piel como mecanismo de defensa tras la exposición a los rayos solares. El bronceado dorado que adquirimos con gran sacrificio tumbados al sol no es más que un filtro natural que nos protege de los rayos a los que nos exponemos.
¿Por qué es azul el mar? El agua es transparente; sin embargo, vemos el mar de color azul. Esto se debe a la propiedad particular que tiene el agua de reflejar las ondas luminosas emitidas por el sol. El agua las absorbe, unas más rápido y otras menos. De esa forma, los colores se pierden poco a poco: los primeros en desaparecer son el rojo y el amarillo, porque tienen menos energía; después vienen el verde y el violeta. En cambio, la luz azul dura más que las demás ondas luminosas. A diferencia de las otras ondas luminosas, la luz azul tiene una mayor capacidad de penetración.
Además, donde el mar es más profundo, hay una mayor cantidad de agua y, por tanto, una mayor absorción de las ondas luminosas, lo que confiere al mar un color azul todavía más intenso; donde hay una menor cantidad de agua, cerca de la playa por ejemplo, hay una menor capacidad de absorción y, por tanto, un color más claro.
¿Por qué el agua de mar es salada? Originalmente, el agua del mar era tan dulce como el agua de los ríos. Los mares se formaron hace unos cuatro mil millones de años, cuando la Tierra empezó a enfriarse y el agua procedente de las frecuentes lluvias se depositó en las depresiones de la corteza terrestre, formando así los primeros mares. Mientras tanto, el agua dulce de lluvia acumulada en la tierra se enriqueció con sales minerales extraídas de la Tierra y se vertió en los océanos que estaban en formación.
Las vacaciones, tal y como las entendemos hoy, no siempre han estado ahí. Aparecen en el siglo XIX, con la llegada de la industrialización, que aumenta la población en las ciudades y la necesidad de abandonarlas en verano, al menos durante un tiempo.
Las primeras vacaciones eran solo para la clase muy alta que, sin embargo, no iba muy lejos: se contentaba con mudarse al campo (en la época se llamaba «en la villa») para escapar del calor de la ciudad.
Aunque son una costumbre bastante reciente, el nombre de «vacaciones» es antiguo: proviene del latín «vacare», que significa «estar vacío». Al principio se refería a un puesto o trabajo (todavía decimos «vacante»), pero luego pasó a indicar también el tiempo libre. El antepasado de las vacaciones fue el Grand Tour, un largo viaje por Europa (¡podía llevar años!) que hacían los jóvenes aristócratas para perfeccionar su cultura. En el siglo XVIII se convirtió en una verdadera moda entre los jóvenes de las clases más altas del viejo continente. El destino más deseado era Italia, debido a la gran cantidad de obras de arte y a la riqueza de sus paisajes. En aquella época, el país más en auge era Italia y fue entonces cuando se le empezó a definir como el Bel Paese.
¿Se puede oír realmente el mar en las conchas? Los más románticos se decepcionarán al saber la verdad. La percepción del sonido del mar en las conchas es sólo fruto de nuestra ilusión. De hecho, el viento que pasa entre nuestro oído y la concha rebota en las paredes de ésta, provocando un eco que recuerda el chapoteo del mar. Se puede conseguir el mismo efecto con sólo apoyar la mano en la oreja.
¡En el mar aumenta el cansancio! Es cierto: según algunos estudios, el mar nos cansa más, principalmente debido a dos factores: en primer lugar, porque nuestro cuerpo experimenta demasiados cambios de temperatura y, en segundo lugar, porque hay mucho yodo en el mar, que activa la glándula tiroides, acelerando nuestro metabolismo hasta el punto de que sentimos hambre. El sol también estimula nuestro cuerpo más de lo normal, cansándolo. Así que es muy importante aprovechar bien los días de vacaciones cerca del mar, para favorecer el descanso aun más de lo normal, para dar espacio al relax, a la dulzura del ocio, al confort de una buena hamaca, a los sueños reparadores y a la desconexión.