Esta es la verdadera historia de un hombre justo, que optó por invertir en el futuro y que demostró al mundo entero que las finanzas podían ser éticas.
Por Danyel Facchetti
Aquí la historia de un hombre justo, que optó por invertir en el futuro y que demostró al mundo entero que las finanzas podían ser éticas.
Muy pocos saben quién fue Amadeo Pietro Giannini, conocido también como Amadeo Peter Giannini. Hijo de emigrantes italianos, originarios de la región de Liguria, extremadamente pobres, huérfano de padre (Luigi Giannini fue asesinado a tiros por un empleado por una disputa salarial), Amadeo Giannini empieza a trabajar desde muy temprana edad.
El joven Amadeo trabaja mucho, trabaja duro, con grandes sacrificios y esfuerzos, empezando como mozo en una empresa hortícola (la L. Scatena & Co.), de la que acaba convirtiéndose en socio. Su trabajo de socio se le da tan bien y trae tan buenos resultados que, en poco tiempo, convierte a la empresa en la mayor de su sector en toda la zona de San Francisco.
Con sólo 31 años, es nombrado Director General de un banco local, el Columbus Savings & Loan. Lo que ve, sin embargo, al joven Amadeo no le gusta: los bancos prestan dinero a los que ya son «grandes», a quienes no tienen dificultades para devolver los préstamos, mientras que a su alrededor hay inmigrantes italianos y de otros países, que trabajan – en condiciones adversas – como artesanos, como agricultores, enfrentándose a grandes dificultades para ir adelante, y que necesitan que alguien les dé confianza, les compre semillas, les permita arreglar el mostrador de la tienda, mantener la lavandería en condiciones, conseguir las materias primas… y al final, siempre tienen que acudir a usureros.
Amadeo Giannini dimite del banco. Y en 1904, a los 33 años, con poco más de 300.000 dólares, en parte prestados y en parte conseguidos con el apoyo de inversores (formados principalmente por su padrastro y otros diez amigos), que creen en su visión y en su buen hacer, Amadeo abre – en un saloon (los bares de la época) – el Bank of Italy. Y, desde el primer momento, decide ir en busca de clientes entre los inmigrantes. «¡Traigan aquí sus pequeños ahorros! ¡Concedo préstamos a partir de 25 dólares! Y como garantía, me fijo en los callos de sus manos».
En dos años, los depósitos superan el millón de dólares.
En 1906, un terremoto destruye por completo San Francisco. La ciudad casi ha desaparecido y toda la zona está cubierta por escombros y está en llamas.
Los casi ocho grados que sacuden la ciudad californiana – y los incendios – elevan la cifra de fallecidos hasta los 3.000, y los supervivientes se encuentran en la ruina.
El fuego obliga a buena parte de los bancos del país a mantener cerradas sus puertas; otros, directamente ven cómo arden los billetes almacenados en sus cajas fuertes.
Giannini pone a salvo la caja fuerte con los depósitos (consigue sacar de la ciudad – en un camión utilizado habitualmente para recoger basura – dos millones de dólares en oro, efectivo y en títulos del mercado de valores).
Es un momento clave en la legendaria historia del banquero, y lo que decide hacer refleja a la perfección la esencia de su visión. Amadeo Giannini decide no correr a almacenar el dinero a la espera de tiempos mejores. Piensa en la suerte que ha tenido y decide que lo mejor es ayudar para la reconstrucción de la ciudad.
Mientras otros banqueros van apuntando con lápiz y papel los desperfectos causados por el terremoto en sus oficinas, y al cabo de una semana del desastre, Giannini abre un mostrador de madera en el muelle de la ciudad, que se convierte de forma temporal en su oficina, con un letrero de madera que dice ‘Para los que quieran reconstruir su casa o tienda destruida, los préstamos continúan como antes’.
El crédito se reparte con un único aval, el de una cara y una firma.
El conductor del camión de la basura utilizado de forma improvisada como furgón blindado, recibe también el agradecimiento de Giannini, quien proporciona a su hijo su primer empleo en el Bank of Italy.
El barrio italiano es el primero en resurgir de sus cenizas. El Bank of Italy de Amadeo Giannini – cuya edad en aquel momento es de 35 años – concede préstamos a quienes quieren plantar viñedos, dando así un impulso que resultará fundamental para el nacimiento de la industria vinícola de California (la producción del vino californiano comenzó gracias a su dinero). Cree en Charlie Chaplin cuando nadie quiere prestarle el dinero para rodar la película «The Kid» (El niño), una obra maestra de la que el banco cobrará más tarde los derechos de autor.
En 1928, cuando el Bank of Italy ya había abierto sucursales en todo el estado, Amadeo rechazó 1.500.000 dólares como parte de sus ganancias y los puso a disposición de la Universidad de California, para la realización de proyectos de investigación en el ámbito del desarrollo agrícola. Nunca se dio a sí mismo un dólar demás que su sueldo de empleado, y declaró: «Un hombre que desee acumular más de 500.000 dólares debería acudir a un psiquiatra».
Dos años más tarde, en 1930, en contra de todo el establishment neoyorquino, que menospreciaba a Giannini llamándole «el frutero italiano», Bank of Italy se convirtió en Bank of America.
Durante la época de la Gran Depresión, mientras muchos bancos quebraron, debido a que habían invertido en acciones que se devaluaron, el banco de Giannini no se vio afectado, porque financió la economía con intereses muy bajos (casi cercanos al cero en el caso de la construcción del celebre Golden Gate).
Giannini hizo del crédito algo razonable, al tiempo que obtenía beneficios para el banco. Su formula funcionó y demostró que las finanzas podían basarse sobre unos pilares éticos.
Amadeo Giannini murió en 1949, a los 79 años de edad. Bank of America se había convertido en el mayor banco del mundo.
Tras la muerte del legendario y visionario banquero, su hijo Mario asumió el liderazgo del banco. La hija Claire ocupó el puesto de su padre en la junta directiva del banco, donde permaneció hasta la década de 1980. Giannini está enterrado en el Holy Cross Cementery, en la localidad de Colma, California.
En su testamento, Giannini dejó todos sus bienes – que según un inventario exacto ascendían a 489.000 dólares – a la Fundación Bank of America Giannini, un fondo filantrópico para la investigación médica y la formación de empleados.
Giannini abrazó la idea de la posibilidad real de una finanzas éticas, combatió la usura y el mundo de las finanzas sin escrúpulos.
Solía decir: «Un banquero debe considerarse un servidor del pueblo, un servidor de la comunidad».
Sin él, el Bank of America, el Golden Gate, el Plan Marshall y muchas obras maestras de Hollywood, nunca habrían visto la luz. Contribuyó con una gran ayuda económica a la fundación de la mítica United Artists, fue amigo de Charlie Chaplin (y apostó sobre él y sus sueños), y lo mismo ocurrió con Walt Disney (llegó a invertir dos millones de dólares para la realización del sueño de Disney, el largometraje Blancanieves y los siete enanitos), y con Frank Capra, quien lo inmortalizó en el personaje de George Bailey en “Una vida maravillosa”.
Amadeo Pietro Giannini, al acercarse al final de su vida, escribió: «No teorices sobre el bien, hazlo».
Hoy, en el sitio web de Bank of America, el nombre de Giannini no aparece.