EL SURF ES VIDA

Como dicen quienes frecuentan a menudo y desde hace tiempo los mejores spots en búsqueda de las olas ideales, el mejor es aquel que más se divierte.

Por Nicolás Fonseca Rivas


Lo primero que aprendes cuando empiezas a surfear es que las metáforas del surf, son metáforas de vida. ¿Lo segundo? El mejor es aquel que más se divierte. Lo tercero es que el surf no es solamente un deporte y tampoco representa solamente un estilo de vida. El surf es ante todo una actitud mental.

Así es señoras y señores: para ser un verdadero surfer, hace falta esa actitud tan especial que solamente unos pocos tienen. Hace falta libertad mental y respeto por todo lo que la naturaleza, con tanta magia y generosidad, nos ofrece. No sólo las maravillosas olas que cabalgamos, no sólo el mar que nos acoge y nos permite disfrutar del subidón de adrenalina que nos da el surfear. Se trata del respeto por el medio ambiente en general, por su carácter sagrado. Lo que merece la cantidad máxima de respeto. Se trata de una cuestión de actitud mental. Y de sensibilidad.

Surfear también significa saber aprovechar a tope las oportunidades. Hay una forma de oportunismo que caracteriza a los surfistas. Pero no es un oportunismo negativo, un comportamiento interesado y mezquino, ni mucho menos. Aprovechas la oportunidad que te brinda la otra persona para coger la ola y, sea pequeña o grande, intentas surfearla lo mejor que puedes. Otras veces, la oportunidad está representada por «tu» ola, aquella que llevabas horas esperando, metido en el agua. La coges sin dudarlo ni un momento, porque sabes que un instante de más puede significar “demasiado tarde”. Hay que aprovechar todo lo que viene, como han hecho siempre los surfistas, desde el principio.

El mejor es aquel que más se divierte, decíamos antes. Así es. Es una frase de uno de los padres del surf: el legendario Duke Kahanamoku. Aunque no seas el mejor sobre la tabla, vas, lo intentas, te diviertes. Y por eso eres mejor que todos los que ganan campeonatos y protagonizan las campañas de publicidad más potentes del fascinante mundo del surf. Sí amiga, sí amigo, eres mejor, porque te diviertes. Por eso lo haces, no por presumir ni por tener una actitud chulesca y un tanto snob. Y, una vez en el agua, no te importa si tienes que esperar, coger dos o tres buenas olas seguirá dando un sentido positivo a tu día.

Otra lección del surf que siempre hay que tener presente: tienes que respetar las reglas; si no lo harás, puede que acabes haciéndote daño. Todo lo que hemos dicho sobre la libertad y la belleza del surf no excluye que haya unas reglas básicas que respetar, por el bien común. La regla general dice que hay que entrar de lado y ceder siempre el paso al primero que coja la ola. Así es como funciona. Los que llegan a la cresta de la ola antes que los demás, han tenido que trabajar para llegar allí, así que merecen quedarse allí. Es una regla meritocrática.

Dicho esto, un ejemplo sobre los riesgos. Pensemos en las hermosas Islas Canarias. Hay rocas y ni siquiera hay tiempo para pedir disculpa. Si cometes un error te matas o matas a alguien. Por eso, en ciertas circunstancias, el no respetar las reglas puede significar arriesgar demasiado y poner en peligro a los demás de una forma exponencial.

El verdadero surfista sólo compite consigo mismo y con su ola. Es un concepto similar al que diferencia a los verdaderos marineros, navegantes, de los que sólo lo hacen en función de un récord, de un premio, de una copa. De un beneficio económico. Los verdaderos navegantes no compiten más que consigo mismos. Los verdaderos surfistas hacen lo mismo.

Para un verdadero surfista, el surf no puede esperar. Dicho de otro modo: todo puede esperar menos el surf. Hablamos de constancia. Sí, de constancia y de la frecuencia con la que uno practica también son características que te permitirán reconocer a un surfista de verdad de un neófito, porque un surfista de verdad nunca deja de surfear. En los últimos años, el surf se ha convertido en una moda y hay muchos neófitos que se hacen pasar por expertos, quizá tras sólo unos días de clases e iniciación al surf… sin embargo, el verdadero surfer es el que nunca deja de surfear. Y que, cuando se hace mayor y ya no puede subirse a las olas, quizá sigue haciéndolo tumbado, practicando bodysurf. Divertido y emocionante. Una práctica que no tiene nada que envidiar al surf y cuyos principios son exactamente los mismos.

Más información que te permitirá darte cuenta de si la persona que tienes delante es un surfista de verdad o no: al surfista de verdad lo reconoces en invierno. Y una información más: las olas te esperan donde tú las buscas. Esto también lo dijo el legendario Duke Kahanamoku. Al fin y al cabo, la evolución del surf siempre ha ido acompañada de la incesante conquista de nuevos spots, lugares y playas para surfear. La gente que “baila” encima de las olas va conociendo poco a poco el mundo entero.

En cuanto al surf en invierno, no hay duda. El verdadero surfista disfruta surfeando en invierno, la época del año que ofrece las mejores marejadas, las mejores olas, pocos locos como tú en el agua.

Para terminar, un último dato. Los surfistas practican surf incluso cuando no están en el mar. Los encontrarás surfeando en plazas, parques y calles sobre monopatines, skates,  longboards, tablas de cruising… un poco despeinados, un poco extravagantes quizás. Pero, siempre con una media sonrisa impresa en la cara, como una seña de identidad, como una burla a los que, según ellos, no han entendido nada de la vida. El surfista de corazón no tiene ética del trabajo, ni una loca conexión con el beneficio económico. Sólo busca su conexión con la tabla, con los elementos de la naturaleza y con la cerveza… estrictamente fría.

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