Leer un libro presupone la inmersión en otro mundo y, a menudo, el transporte hasta otra época. Nos desprendemos de todo lo que nos rodea y nos sumergimos en otra dimensión. En un instante, se olvidan los problemas y el estrés. Son sensaciones que todo aficionado a la lectura conoce muy bien.
Por Martina Bareni
Leer un libro presupone desprenderse de todo lo que nos rodea. Entramos en otra dimensión y nos olvidamos por completo de los problemas, de la ansiedad y del estrés.
Y si el libro nos gusta mucho, lo devoramos hasta el final que, cuando llega, trae consigo un poco de tristeza y sensación de plenitud al mismo tiempo.
Son sensaciones que todo aficionado a la lectura ha experimentado y que por lo tanto conoce bien.
Al leer un libro, se estimula el cerebro de una forma «dulce»: las emociones y la imaginación, junto con la atención visual, provocan un ejercicio mental muy saludable, que enriquece nuestra mente.
Esto suele suceder solamente con los buenos libros, o mejor dicho, con la buena escritura. De hecho, los buenos libros tienen el poder de activar distintas áreas de la conciencia.
Numerosos estudios han demostrado que estimular la mente ayuda a prevenir o retrasar el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer y la demencia senil. Exactamente al igual de lo que pasa con todos los demás músculos del cuerpo, el cerebro también necesita ejercitarse para mantenerse en forma.
Cuando lees un libro, tienes que recordar una cierta cantidad de personajes, sus trasfondos, sus ambiciones, sus historias y matices, ya que todos los detalles están entrelazados con la trama. La memoria también tiene un límite, pero el cerebro es algo maravilloso y puede recordar todo esto con cierta facilidad.
Además, es extraordinario cómo cada recuerdo que se crea dentro de ti, da vida a una nueva sinapsis, fortaleciendo las existentes, presenciando así un recuerdo de la memoria que restaura nuestro estado de ánimo.
La lectura mejora el nivel de concentración. En el mundo en el que vivimos, totalmente influenciado por Internet y por los Smartphones, la atención va en todas las direcciones posibles, convirtiéndonos en personas multitasking. En solo cinco minutos, cada uno de nosotros hace “mil” cosas: enviar correos electrónicos, organizar las tareas, chatear con diferentes personas, echar un vistazo a Instagram, monitorear el Smartphone e interactuar con los colegas del trabajo. Este comportamiento provoca un mayor estrés y disminuye la productividad individual.
Cuando lees un libro, toda tu atención se centra en la historia, el resto del mundo queda fuera y te encuentras inmerso en cada detalle. Intenta leer entre 15 y 20 minutos antes de ir al trabajo (por ejemplo, en el trayecto al trabajo, en el transporte público) y te sorprenderás de tu nivel de concentración una vez que llegues a la oficina.
Además, la lectura es la mejor forma de acercarse al sueño. Estimula enormemente la relajación y reduce la presión arterial, dándote una sensación de extrema calma.
La luz y el «bombardeo» de los frames de los videos (televisión u ordenador), Smartphones y redes sociales estimulan y estresan el cerebro. Y cuando cerramos los ojos y nos quedamos dormidos, aunque no nos damos cuenta, ese bombardeo continúa en nuestra mente.
En cambio, leer un libro nos permite lograr el efecto contrario, llevándonos a «aterrizar» en el sueño en un estado de gran relajación mental. Y acabamos durmiendo mejor y más profundo.
No todas las personas imaginan de la misma manera, y por lo tanto el contenido del mismo libro leído por dos personas diferentes puede verse o imaginarse de maneras muy diferentes. Depende de la personalidad, del carácter, pero sobre todo de que es casi imposible que nuestras mentes no funcionen de diferentes formas.
¿Cuántas veces nos hemos puesto en la piel de los personajes que hemos conocido en un libro? Además de poder visualizarlos de determinada manera y hacernos una idea de cómo son, somos capaces de sentir empatía hacia ellos. Muchas veces, de hecho, experimentamos lo que sienten los propios personajes.
De esta manera, obtenemos una mejora en nuestra capacidad intuitiva y conocimiento del entorno que nos rodea, adquiriendo la oportunidad de comprender mejor las señales emocionales de los demás.
Sabemos que estos son personajes de ficción, que no existen. Sin embargo, en nuestra mente cobran vida, les damos una forma real tanto a ellos como a los lugares descritos.
Es por ello que sentimos una sensación de tristeza y vacío cuando terminamos un libro. Porque hacemos de los personajes de los libros nuestros amigos. Los seguimos en su historia y sentimos las mismas sensaciones que ellos sienten.
A través de la lectura aprendemos a afrontar diversas situaciones. La lectura nos ayuda a comprender el mundo y verlo a través de nuevos puntos de vista.
Por supuesto, es ficticio, pero los libros están llenos de enseñanzas ocultas de las que se puede aprender mucho. Además de estimular nuestra empatía, los libros nos convierten en personas más comprensivas y capaces de entender a los demás.
Por lo tanto, si los libros nos ayudan a comprender mejor el mundo y a sentir empatía por los demás, significa que tienen una influencia positiva en nosotros, de la cual podemos obtener innumerables beneficios en nuestra vida cotidiana.
Todo lo que leas se sumará a tu trasfondo cultural, ampliándolo. Cuanto más conocimiento tengas, más preparado estarás para afrontar los retos que te presenta la vida. Además, la lectura es una excelente manera de alimentar tu pensamiento.
A medida que vas leyendo un libro, tu vocabulario se expande. De hecho, cuanto más lees, más va mejorando tu forma de exponer. Las nuevas palabras se suman a las que componen tu vocabulario diario. Saber expresarte bien y de manera articulada también puede ayudarte en el ámbito del trabajo y hacerlo con confianza puede resultar muy estimulante para tu autoestima.
Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende,
me retiro a otra habitación y leo un libro.
-GROUCHO MARX-