KAMO’OALEWA, UN TROZO PERDIDO DE LA LUNA

Según una nueva investigación, un cuerpo celeste que ha sido durante mucho tiempo la compañía de la Tierra podría ser un gran fragmento que se desprendió de nuestro satélite natural.


Por Kevin “Big Ben” Walker


El único satélite natural de la Tierra es la Luna, pero varios otros cuerpos celestes hacen compañía a nuestro planeta, ya que giran alrededor del Sol.
Desde nuestro punto de vista parecen girar alrededor de la Tierra: en realidad siguen una órbita alrededor del sol. Y por esta razón, se les llama «casi-satélites».

Uno de ellos es Kamo’oalewa, una piedra que alcanza un ancho máximo de unos 40 metros: es muy pequeña y difícil de observar y hasta ahora hemos sabido muy poco de ella.
Una nueva investigación, publicada recientemente en la revista científica Communications Earth & Environment, especula que Kamo’oalewa se originó en la Luna y posiblemente se separó después de un impacto con otro cuerpo celeste. Esta es la hipótesis que ayudaría a explicar algunas de sus características particulares, pero aún no todos están convencidos.

469219 Kamo’oalewa (o 2016 HO3, para usar el nombre completo) fue descubierto en 2016 por Pan_STARRS1, uno de los telescopios utilizados por el observatorio Haleakala en Hawái para el descubrimiento y análisis de cuerpos celestes, en particular asteroides.

En hawaiano, Kamo’oalewa significa «cuerpo celeste oscilante».
En su aparente órbita alrededor de la Tierra se acerca a 14,5 millones de kilómetros de nuestro planeta, mientras que en momentos de máxima distancia se encuentra a más de 40 millones de kilómetros de nosotros. Por tanto, permanece a una distancia segura: no constituye un peligro, pero al mismo tiempo es difícil de observar.

El análisis de los movimientos de Kamo’oalewa permitió calcular que el casi satélite comenzó a tener una órbita relativamente estable hace aproximadamente un siglo y que continuará girando alrededor del Sol, con encuentros periódicos con la Tierra, durante varios siglos más. Sin embargo, el mero conocimiento de sus movimientos no nos habría permitido reconstruir con precisión el origen de Kamo’oalewa.

A principios de 2017, cuando la Tierra estaba entre el Sol y Kamo’oalewa, el casi satélite estaba bien iluminado por nuestra estrella, un momento ideal para realizar observaciones más precisas.
Un grupo de astrónomos utilizó dos telescopios en Arizona para estudiar cómo reflejaba la luz solar, reconstruyendo así su composición.

Según explican en su estudio, los astrónomos notaron la presencia de silicatos, una clase de minerales común en nuestro sistema solar, con características muy similares a las que se encuentran en la Luna.
Inicialmente, los autores de la investigación pensaron que habían cometido algunos errores, ya que esperaban identificar una composición de Kamo’oalewa similar a la típica de los asteroides. Los análisis posteriores, algunos de los cuales se llevaron a cabo antes del verano, confirmaron las observaciones, reforzando la hipótesis de un origen lunar del cuasi satélite.

Kamo’oalewa se habría formado tras el paso de otro pequeño cuerpo celeste que chocó con la Luna, provocando el salto de un pequeño fragmento.

También hay otros tres cuerpos celestes a poca distancia (en términos astronómicos) de la Tierra con características similares a Kamo’oalewa que pueden haberse originado en la misma colisión.

Sin embargo, confirmar la hipótesis formulada en la investigación no es fácil y los propios autores admiten que podría haber otras explicaciones.
Puede que Kamo’oalewa no tenga nada que ver con la Luna y sea simplemente un asteroide algo peculiar, con una composición que recuerda a la de nuestro satélite.
El casi satélite podría ser un fragmento de un asteroide más grande, que terminó en una órbita diferente siguiendo la atracción gravitacional del Sol.

Para conseguir más elementos concretos sería necesario ir a ver más de cerca a Kamo’oalewa. Afortunadamente para los investigadores, China planea visitar Kamo’oalewa en una misión espacial en los próximos años.

Una sonda tomará algunas muestras de la superficie del cuerpo celeste y las llevará a la Tierra, donde podrán ser analizadas y comparadas con aquellas conseguidas a lo largo del tiempo con las misiones lunares realizadas.


 

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