VIAJAR POR CARRETERA: LAS NORMAS DE CIRCULACIÓN MÁS EXTRAÑAS DE EUROPA

Entre duendes, límites insólitos y vacas con preferencia de paso, conducir en Europa puede convertirse en una aventura algo extravagante.

Por Mario Medina Lafuente


Descubrir Europa en coche es una experiencia de ensueño: carreteras que escalan los Alpes, costas maravillosas y pueblos de cuento.

Pero, además de la belleza del paisaje y la riqueza cultural que la “pequeña” y “vieja” Europa proporciona generosamente a sus visitantes, hay un lado curioso (y a veces extraño): las normas de circulación. Algunas son tan inusuales que parecen una broma. Pero no.

Saber a qué atenerse no sólo te ayudará a viajar seguro, sino que también te ahorrará multas e inconvenientes.

Límites de velocidad inusuales

En Alemania, la Autobahn es legendaria. En algunos tramos puedes apretar el motor todo lo que quieras, sin límites. Pero, cuidado: basta un cambio de señalización para encontrarse de repente en una zona con límites muy estrictos. La libertad, aquí, debe tomarse con mucha precaución.

Otro escenario es Noruega, donde el concepto de «alta velocidad» se revisa a fuego lento. El límite máximo permitido, incluso en autopista, es de 110 km/h. Puede no parecer mucho, pero la elección está motivada por una profunda preocupación por la seguridad y el respeto al medio ambiente.

Extravagantes normas de aparcamiento

Encontrar aparcamiento en una capital europea ya es un reto de por sí. Si además le añadimos las extravagantes normas, la tarea se complica. En París, por ejemplo, sólo se puede aparcar en el lado izquierdo de la calzada en las calles de sentido único. No es un detalle menor, y quien no lo sepa se arriesga a multas o discusiones.

En España, sin embargo, algunas ciudades adoptan un sistema rotatorio: el lado en el que se puede aparcar cambia cada mes. Si te equivocas de lado, hay multa (y, en algunos casos, grúa).

Luces encendidas y bocinazos con moderación

En Suecia, la luz es una constante: los faros deben estar encendidos todo el tiempo, de día y de noche, haga el tiempo que haga. Una medida destinada a aumentar la visibilidad y reducir los accidentes.

En Chipre, «el silencio es oro». Aquí, la bocina sólo se utiliza en caso de emergencia. Hacerla sonar por impaciencia o costumbre puede costar caro, ya que perturba la paz de la isla y se castiga con multas.

Animales con derecho de paso

En algunos países europeos, no sólo las personas utilizan la carretera. En Suiza, es frecuente cruzarse con vacas u ovejas que cruzan la carretera. La norma es clara: hay que parar y esperar. No respetarla puede tener graves consecuencias, incluso legales.

En Portugal, en cambio, hay que tener cuidado con los jabalíes. En muchas zonas boscosas hay señales que advierten de su posible paso. Estar preparado para frenar puede marcar la diferencia.

Alcohol: de tolerancia cero a (casi) cero

Las normas sobre el consumo de alcohol al volante varían mucho de un país a otro. En Francia, es obligatorio llevar un alcoholímetro. Aunque no siempre se realizan controles, su presencia es obligatoria por ley.

En Polonia, por ejemplo, el límite es uno de los más estrictos: 0,02% de alcoholemia. Prácticamente cero. Incluso una copa puede bastar para superarlo, así que la mejor opción es no beber en absoluto.

En el Reino Unido, el límite es más alto, 0,08%, pero no hay que tomárselo a la ligera: las sanciones son duras, con multas cuantiosas y riesgo de cárcel.

Señales de tráfico que cuentan historias

Hay señales que hacen sonreír, otras que cuentan una cultura. En Islandia, uno puede toparse con señales que advierten de la presencia de elfos y trolls. No son señales «técnicas», sino que forman parte de la magia del lugar.

En Noruega, en cambio, las señales con representaciones de alces son cualquier cosa menos folclóricas: los animales son, en efecto, un peligro real para los conductores, sobre todo de noche.

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