Un deleite, una obra de artesanía y un coche para disfrutar con los cinco sentidos.
Por Nacho Figueroa
Viajar a bordo de un Rolls Royce es un deleite. Así lo constatan reyes, jeques, diplomáticos y estrellas de Hollywood que han sucumbido a los encantos de un Rolls Royce -autentica obra de artesanía- y que se han dejado llevar por su comodidad, lujo y majestuosidad.
Su motor silencioso, sus confortables asientos de cuero y su gran tecnología han hecho de este coche una auténtica leyenda.
Todo comenzó en 1904 en Manchester, cuando se produjo una reunión entre dos hombres bien diferentes. El primero, Henry Royce, ingeniero mecánico de 41 años, empresario, propietario de una fábrica de grúas, hijo de un molinero y obsesionado por el mundo automovilístico y la perfección de sus obras. El segundo, Charles Stewart Rolls, aristócrata de familia terrateniente, con estudios en Cambridge, vida de aventurero y que a los 27 años ya había marcado un fabuloso récord mundial en su pasión: los globos aerostáticos y la automoción, puesto que era un experto conductor.
Esta magnífica joya del motor se construye completamente a mano. Cuando los artesanos de Rolls Royce fabrican un coche, emplean en su construcción alrededor de 450 horas (unos 18 días). Esto se debe al gran trabajo manual que implica: solamente para instalar el motor se necesitan unas 20 horas, y la tapicería –con más de 90 m2 de cuero– es cortada y cosida manualmente.
Todo debe funcionar con perfecta armonía y simetría. De hecho, la prueba final antes de circular por las calles más exclusivas, se realiza en la propia fábrica. Se les abre el capó y sobre la culata, se coloca un penique de plata. Acto seguido se arranca el motor, si éste tiembla demasiado y el penique se cae, se desmonta todo el motor y se vuelve a montar hasta que el penique permanezca inmóvil.
La Casa Real Británica tiene depositada una absoluta confianza en la marca Rolls Royce para sus desplazamientos en viajes oficiales. Además, estos vehículos son adaptados para atender las necesidades específicas de la Reina de Inglaterra. En España, los actuales titulares de la Corona poseen el Rolls-Royce Phantom IV, que pudimos ver tanto en la boda de Felipe VI y Letizia de España, como en la proclamación de Felipe como rey en 2014.
Este tipo de vehículos, desde luego, no están al alcance de todos los bolsillos. El modelo más elevado de precio asciende a los 50 millones de dólares –casi 42 millones de euros–, y es el Rolls Royce Silver Ghost fabricado en 1906, una auténtica pieza para coleccionistas.
El 1 de enero de 2003 tuvo lugar un hito histórico: la marca Rolls Royce pasó a formar parte de la firma alemana BMW. Tras algunas discusiones entre BMW y Volkswagen por la patente de la marca, finalmente se llegó a un acuerdo. Desde 1998 hasta 2002, BMW debía suministrar motores a Volkswagen y permitir el uso del nombre, pero desde el 1 de enero de 2003, solo BMW podría utilizar la marca Rolls Royce, quedándose Volkswagen con la marca Bentley, otra marca de lujo adquirida por Roll Royce en 1931.
La imagen de la marca Rolls Royce representa a un valor incalculable. En un principio, los primeros automóviles Roll Royce no llevaban ninguna figura en el radiador, pero fue en 1910 cuando la empresa manifestó haber notado que algunos propietarios agregaban “inapropiados ornamentos” a sus vehículos, y así surgió “El espíritu del Éxtasis”, la pequeña y celebre escultura utilizada como adorno del capó.
Siguiendo con la proyección de la imagen de marca, hace años en Londres el compositor Frederick Loewe y su socio Alan Jay Lerner adquirieron dos Roll Royce. Alguien le pidió al chófer de Lerner que le mostrara, por curiosidad, el motor del automóvil; pero el conductor se negó rotundamente: “Jamás levantamos el capó de un Rolls Royce en la calle, caballero. Alguien podría pensar que se ha averiado”.
El Rolls Royce nació para ser el automóvil de los reyes,
y se ha convertido en el rey de los automóviles.
-HENRY ROYCE-