En los botones hay mucha historia pasada: hablan de eventos, lugares, anécdotas y personajes celebres.
Por Zoe Magdalena Galán
Acerca de los botones, hay que saber que comenzaron su vida hace mucho tiempo, que cuentan historias de experiencias increíbles, transmiten hermosos tesoros de deseos ocultos, te permiten expresar la creatividad.
La historia de los botones se pierde en un pasado lejano. Algunas evidencias muestran que prototipos rudimentarios de botones ya existían en China en la Edad del Bronce y luego en la antigua Roma. Así es, como objeto exclusivamente decorativo, su presencia ya se encuentra en la Edad del Bronce prehistórica.
Sin embargo, la historia del botón, tal y como lo conocemos hoy en día, comienza en la Edad Media.
Sabemos con certeza que en esa época el botón era un elemento decorativo muy apreciado.
Parece increíble, pero para llegar a su función actual, la de cerrar y abrir dos solapas de tela (conservando aún un uso ornamental), habrá que esperar a la Baja Edad Media. Desde el año 1000, las prendas, cada vez que se ponían, se cosían con puntadas muy lentas y se descosían al desvestirse.
Quiere decir que, en ausencia de ojales, los vestidos ajustados se cosían y descosían cada vez que llegaba el momento de ponérselos.
Las novelas de la Mesa Redonda cuentan que «los caballeros y damas ataviados con vestidos de raso perfumados (…) luego se iban a chapotear en el bosque: luego descosían las grandes mangas flotantes que las doncellas sabían remendar, para la vuelta, con hilo que llevaban en sus alforjas». En literatura fueron mencionados por primera vez en el poema La Chanson de Roland.
Inicialmente los botones se usaban casi exclusivamente en la ropa masculina, para adornar, en largas colas, fracs, mangas y bolsillos.
En los botones hay mucha historia pasada, cuentan hechos y lugares, celebran reyes, reinas, personajes ilustres y también dan testimonio de la emancipación de la mujer.
A pesar de la falta de utilidad práctica, los botones se usaron en grandes cantidades, como lo hizo Francisco I de Francia, por ejemplo, quien quiso aplicar 13.600 botones de oro en su vestido de terciopelo negro.
Unos siglos más tarde, durante el 1600, el famoso Rey Sol se apasionó por los botones en miniatura, tanto que los mandó a pintar con ilustraciones de paisajes, flores e incluso escenas eróticas.
La historia del botón da un giro nuevo y sin precedentes alrededor del siglo XVIII, cuando comenzó el uso generalizado y su producción a gran escala. Es en este período cuando los botones adquieren su funcionalidad específica. Para la producción se utilizaron materiales preciosos, como el oro y la plata, junto con el latón. Estos eran botones muy elaborados y bastante grandes.
Napoleón los hizo coser en las mangas de las casacas de sus soldados para que dejaran de usarlas en sustitución de los pañuelos.
Con la primera revolución industrial, los botones artísticos comenzaron a desaparecer lentamente, dejando lugar a los de formas estándar.
Incluso hoy en día, los botones siguen siendo una parte importante de la apariencia de una prenda. No es casualidad que muchas marcas presten mucha atención a su apariencia y que incluso graben en ellos sus logos.
Finalmente, el botón también puede convertirse en un signo distintivo de una marca, como en el caso de Carrel, que en cada camiseta tiene un botón rojo en la parte inferior, obviamente con el logo de “Carrel”.
Existen varios museos en el mundo dedicados a estos objetos. Y no son pocas las personas que los coleccionan. Para estos individuos, los botones encierran grandes y pequeñas historias de su vida, a veces hermosas, en su imaginación y en sus recuerdos.