‘¡Champagne! En la victoria es un mérito, en la derrota una necesidad.’ Esta frase, atribuida a Napoleón Bonaparte, está dedicada a la bebida de lujo por excelencia. Vamos a adentrarnos con detalle en el mundo del Champagne.
Por Alexandra “Bunny” Noguera
El champagne, llamado también vino loco, es considerado en la actualidad como la bebida del lujo por excelencia, un vino espumoso elaborado conforme al método champenoise en la región de Champaña, al noreste de Francia. Es un vino blanco o rosado, siempre espumoso, como hemos visto elaborado con una mezcla entre las uvas chardonnay, pinnot meunier, pinot noir, pinot gris, arbanne y petit meslier.
El champagne está protegido por la denominación de origen dentro de la Unión Europea, es por ello que sólo puede producirse en Champaña, región de Francia de la que hablábamos anteriormente. Por regímenes de calidad y estandarización dentro de la Unión Europea, popularmente se utiliza el término champagne para denominar a todos los vinos espumosos elaborados en otras muchas regiones del mundo, entre ellos el cava español o el “frizzante” italiano, pero nada tienen que ver. Simplemente son una tipología distinta de vino. Vamos a adentrarnos más en los detalles.

El Champagne es el espumoso más prestigioso del mundo, un vino de excelencia que ha hecho de su nombre un mito de elegancia y refinamiento. Es un espumoso de método clásico, producido en la zona homónima al noreste de Francia. Su peculiaridad es que se produce con el método champenoise. Esta técnica de vinificación prevé una segunda fermentación en botella, fase en la que, gracias a la adición de azúcar y levaduras, la cuvée refermenta en el pequeño recipiente, dando vida a las queridas burbujas.
¿Dónde se produce el Champagne? El territorio de Champagne es extremadamente complejo y diversificado. Las cuatro regiones principales se caracterizan, en realidad, por una gran variedad de “terroirs”, dentro de cada una de las cuales destaca un tipo particular de suelo, microclima, varietales cultivados y detalles en la vinificación.
¿Quién inventó el Champagne? Bueno, podríamos decir casi que quien lo inventó fue un santo. Y, de hecho, a quien podemos atribuirle la fortuna de haber descubierto el método de producción del Champagne es al famoso monje Dom Pérignon, pero también le corresponde el gran mérito de haber profundizado la técnica y de haberla convertido en el método de producción de uno de los espumosos más famosos del mundo. En la parte final de este artículo, ampliaremos este aspecto relacionado con el descubrimiento del champagne.
De cualquier modo, tras el descubrimiento, una de las mayores habilidades de los franceses fue la de crear una historia para contar a los amantes del Champagne y atarla fuertemente al territorio y a las tradiciones.

En los últimos veinte años, el mundo del vino ha visto nacer un nuevo sentimiento, común a muchos productores. Esta nueva era es la que ha puesto en el primer plano a los vinos naturales; y el Champagne también es protagonista, a su modo, de esta atención a la sostenibilidad y al respeto del medio ambiente en todo lo que respecta a la viticultura y la vinificación.
El diferente modo de producción determina características distintas también en la copa. Mientras en el mundo del Champagne producido de manera convencional se tiende a crear etiquetas más estandarizadas y constantes en el perfil de gusto y aroma, en el mundo del vino natural lograr gestionar el curso de las añadas resulta más difícil, independientemente de su calidad. Ausencia del uso de levaduras seleccionadas, ausencia de fermentación maloláctica y dosis muy bajas, si no ausentes, caracterizan (con frecuencia, pero no siempre) las etiquetas de los productores de vins naturels. El objetivo es siempre y en todo caso realizar etiquetas extremadamente territoriales, capaces de representar su “terroir” de origen, concepto tan querido por los franceses y sobre el cual han construido su gran imperio del vino.
En realidad, la región no es nueva a esta filosofía productiva. Ya desde la segunda mitad del siglo pasado, de hecho, productores como Agrapart o Selosse practicaban un tipo de agricultura libre de química invasiva. Hoy en día, cada vez más vignerons se suman a los ya conocidos precursores del vino auténtico y sin adornos. Se trata de propietarios y gestores de pequeños “domaines” obtenidos por mandato familiar, ricos de historia y “vieilles vignes”.

¿Quiénes son los productores de Champagne realmente imprescindibles?
Los productores naturales de Champagne son muchos: Tarlant, Beaufort, Béreche et Fils, Savart, Fleury, son solo algunos de los nombres de “vignerons” que, con el respeto a la materia prima y a la vinificación no intervenida, han hecho de ello su credo empresarial. También las grandes Maison han empezado a participar de forma activa en este nuevo “vuelta a los orígenes”. La Maison Roeder, por ejemplo, productora del famosísimo Champagne Crystal, se convirtió a la agricultura biodinámica en 2000: Ya son prácticamente 25 años, por tanto, que la empresa no utiliza productos químicos en viñedo sino solo preparados orgánicos y naturales.

Si tienes en plan un escapada por aquellas zonas, hemos preparado una breve lista de los 5 productores imprescindibles del Champagne. Cada uno proveniente de una sub-zona distinta. Son los “vignerons” que han sabido mantener alto el honor de esta verdadera marca, mediante trabajos “como en el pasado” y la abolición de procesos químicos invasivos. Descubrimos juntos 5 productores de la región Champagne, todos naturales y para probar al menos una vez en la vida
Champagne Fleury – Côte des Bar Gracias a su preponderante presencia de caliza, la Côte des Bar se clasifica como una de las mejores zonas para el cultivo de Pinot Noir. Aquí, entre los numerosos productores artesanales, hay una bodega que no se puede dejar de citar: la Maison Fleury. Su sede se encuentra en Courteron, un pequeño pueblo en el corazón del Aube, y la historia de esta pequeña bodega artesanal empieza en 1895. Se trata de Champagne naturales producidos por agricultura biodinámica: burbujeantes complejas, estructuradas, ideales para paladares finos que aprecian la elegancia al alcance de la copa.
Curiosidad: La Maison Fleury fue la primera de toda la región de Champagne en pasar a la agricultura biodinámica.
Tristan Hyest – Valle de la Marne Se encuentra en el Valle de la Marne uno de los personajes más audaces y queridos del Champagne, que encaja plenamente con los mejores productores artesanales de la región Champagne. Tristan Hyest hereda las viñas de su padre y en apenas 2,5 hectáreas logra abrirse camino entre la multitud de productores y convertirse en uno de los principales referentes de la zona de la Marna. Bouquet florales, aromas intensos y una aromaticidad increíble caracterizan los Champagne naturales de Tristan Hyest. Gracias a un enfoque sostenible y artesanal de viñedo a bodega, los productos de Tristan logran expresar al máximo el territorio que se desarrolla a lo largo del curso del río Marne.
Curiosidad: las afinaciones sobre las levaduras de los Champagne de Tristan Hyest son muy largas, ¡llegando a tocar los diez años!
Maison JM Sélèque – Épernay Épernay es una zona muy particular, al punto de entrar en las ciudades más famosas del mundo por la producción de Champagne. Como zona geográfica se sitúa exactamente en el centro entre la Montagne de Reims, la Vallée de la Marne y la Côte des Blancs. Aquí, cultivadas sobre 9 hectáreas repartidas en 7 pueblos, crecen vigorosas las uvas de JM Sélèque. La bodega artesanal es gestionada por las infinitas capacidades de Richard, que gracias a largos afinamientos y dosis muy bajas de sulfitos produce Champagne naturales excepcionales. Fruta de pulpa blanca, sensaciones aromáticas y un bouquet rico y crujiente de panes horneados hacen de los espumantes naturales franceses de Jean-Marc Sélèque un verdadero patrimonio enológico para proteger. Curiosidad: los rendimientos son muy bajos y las uvas se vinifican por separado y luego se ensamblan, para permitir que cada parcela exprese al máximo su terroir único.
Frederic Savart – Montagne de Reims Nacida en posguerra con una sola gran etiqueta, hoy la Maison Frederic Savart continúa una viticultura excepcional: sostenible, artesanal y “como en los viejos tiempos”. Cuando se habla de productores naturales en la región de Champagne, no se puede dejar de citar la joya de toda la zona, la Montagne de Reims. Nos encontramos a pocos kilómetros de Écueil, en el corazón palpitante de la Montagne de Reims, considerada la joya geológica de Francia. La diferencia respecto a otras zonas la marca la porcentaje de yeso, que confiere a las uvas características únicas en el mundo. Los Champagne de Savart son espumantes franceses intensos y elegantes, minerales y con contornos infinitos. Curiosidad: La Montagne de Reims no es una montaña, sino una meseta de unos 300 metros sobre el nivel del mar. Lo que la hace majestuosa son las capas de yeso y arcillas, profundas más de 300 metros bajo el nivel del mar.
Leclaire Thiefaine – Côte des Blancs Entre los productores más inmensos de la región Champagne, hay dos nombres que crean magia uniéndose en una única gran historia. Todo empieza con la familia Leclaire a finales del siglo XIX. Pero cuando Reynald Leclaire se casa con Virginie Thiefaine, el destino toma otro camino y ambos cónyuges deciden crear una nueva Maison, unión entre dos familias, dos corazones y dos grandes pasiones. La bodega artesanal se encuentra en la Côte des Blancs y se extiende en apenas 3 hectáreas de viñedo, en un territorio cuyo suelo está compuesto por arcillas y las condiciones climáticas resultan excelentes para la producción de champagne finísimos y elegantes. Los Champagnes de Leclaire Thiefaine son 6 etiquetas, y se numeran para subrayar cuánta cada botella representa un trozo de historia que nunca se da por sentado. Curiosidad: La Côte des Blancs se llama así también porque las uvas más cultivadas son las de grano blanco. En el caso de los Champagne naturales de Leclaire Thiefaine, predomina de hecho el Chardonnay.

Champagne vs Cava español y Espumante italiano: las diferencias.
Aunque no debería tratarse de una verdadera y propia competencia, a menudo la comparación entre Champagne y el Espumante italiano y el Cava español se traduce en una competición entre las burbujeas mejores del mundo. Cierto es que el Champagne goza de una fama mayor, pero también el cava español y el espumante italiano han sabido hacerse un hueco en el mundo del Método Clasico, tanto que cada vez son más los apasionados que optan por los espumantes italianos y españoles.
Según los auténticos entendidos, no es correcto hacer una comparación, ya que se trata de tipos de vino demasiado diferentes entre sí. Las tres opciones pueden ser correctas, válidas y de alta calidad, dependiendo del momento y de la manera en que se deseen degustar y de los maridajes a acompañar. En cualquier caso, sea cual sea la preferencia, una cosa es segura: cualquier ocasión es buena para degustar un excelente Champagne. Solos, en compañía, como aperitivo, o acompañando una buena cena.

Y si por casualidad esta noche os apetece una fresca burbuja francesa, os recomendamos cómo maridar el Champagne, para sorprenderos a vosotros mismos y a quien os acompaña. Abrir una botella de vino es siempre un momento mágico, pero cuando se trata de Champagne, se vuelve aún más especial. El Método Clásico por excelencia representa indiscutiblemente uno de los vinos más amados y difundidos en el mundo; su unicidad lo ha convertido en el invitado de honor imprescindible para toda celebración que se precie y, ya sea para un brindis de felicitación o para celebrar un nuevo éxito, la botella de champagne es la mejor forma de alegrar a todos los paladares con sus finas burbujas. Aunque sea sin duda una de las mejores tipologías de vino que se comercializan, también en lo que respecta al champagne es bueno comprender cuál es el momento adecuado para degustarlo. Entonces: ¿cuándo se bebe la burbuja francesa? Y sobre todo, ¿cómo se marida el Champagne?
Cada ocasión de celebración es el momento perfecto para abrir una botella de champagne: graduaciones, matrimonios, victorias deportivas y todo lo demás. Pero en lo cotidiano, ¿cuándo se puede beber el método clásico francés? Y sobre todo, ¿cómo se marida el Champagne? En general, el vino más famoso del mundo es un vino para todo el banquete que, sin embargo, puede expresarse mejor como aperitivo o junto a platos de pescado delicados y elaborados: una flute de champagne junto a ostras y mariscos es la representación ideal de una unión perfecta. Si vuestra botella va destinada a acompañar un postre, hay una única regla: elegid un champagne demi-sec en lugar de un Brut clásico.
Concretamente, para los Champagne Blancs de Blanc se recomienda: platos vegetarianos, verduras, pescado a la parrilla, carpaccio y tartar, crustáceos, moluscos y sushi.
Para los Champagne Blancs des Noir se recomienda: risotto con boletus o porcini (originarios de Italia), risotto al azafrán, aperitivos a base de fiambres y quesos curados, y carnes rojas.

Reglas básicas para beber el Champagne.
Cada vino que se precie tiene sus necesidades: el champagne, algo “aristocrático”, no es excepción. Hay, de hecho, algunos cuidados importantes que no conviene subestimar cuando se decide disfrutar de un sorbo de este preciado espumoso francés. En primer lugar, es fundamental servir el champagne a la temperatura adecuada. Si se conserva a una temperatura demasiado baja, es posible que las propiedades organolépticas de este vino sean menos perceptibles tanto en nariz como en paladar; por tanto, sería oportuno mantener vuestra botella de champagne en la nevera, a una temperatura entre 8 y 10 grados.
Otro elemento importante a considerar es, sin duda, la elección del vaso más adecuado para nuestro amado método clásico: las flûtes son, según la tradición, las mejores aliadas para la degustación de este precioso líquido, ya que su forma permite que las burbujas se expresen al máximo.
Finalmente, es importante no agitar la botella de Champagne antes de abrirla o, si tenéis valor, hacer sables. Haciendo estallar el corcho, de hecho, el gas dentro de la botella echaría a perder la composición del vino.

Y por último, un poco de historia.
La historia del Champagne tiene sus raíces en una pequeñísima – y homónima – región de Francia. Siempre centrado en la vitivinicultura, este territorio se halla a unos 150 kilómetros de París, en el norte de Francia. Como muchas invenciones, sin embargo, también el champagne nace en realidad de un “error”: durante el invierno, de hecho, las fermentaciones de estos vinos se interrumpían de manera autónoma para luego reanudarse con la llegada de la primavera, dando vida así a vinos refermentados, no particularmente apreciados en aquellos años.
Gracias al monje benedictino Dom Pérignon, el perfil de este vino cambió de forma: vinificar por separado las uvas típicas que dan vida al champagne resultó, de hecho, una jugada más que ganadora.
Sin saberlo, el monje francés Dom Perignon creó lo que es, a día de hoy y por excelencia, la bebida más ligada al lujo y al estatus.
El vino ha tenido siempre una parte importante dentro de la liturgia cristiana, y en la Biblia hay más de cuatrocientas referencias al vino. Fue la religión quien empujó a esta bebida al lugar donde se encuentra actualmente.
Dom Perignon no pretendía elaborar un vino espumoso, ni mucho menos, simplemente quiso innovar en su época y elaborar vino blanco a partir de uvas oscuras. Con los años fue perfeccionando la creación de sus vinos litúrgicos, evitaba las pieles de las uvas, mezclaba diferentes vinos, y finalmente consiguió elaborar un gran vino blanco a partir de uvas tintas, pero apareció un problema.
Muchas veces, sobre todo por la forma en la que se almacenaban los vinos de la época, era común que estallaran botellas de vino, debido a que el gas no podía escapar del recipiente y el vidrio del momento era débil. Esto venía encadenado a que el vino que creaba Dom Perignon estaba empezando a tener burbujas, un auténtico problema.
Dom Perignon no se explicaba lo que ocurría, de hecho pasó gran parte de su vida tratando de evitar el problema burbujeante y llamó a ese vino que hoy conocemos por champagne como el “vino loco”. Lo probó y fue corriendo a sus hermanos monjes acuñando la famosa frase: “¡Venid rápido, hermanos! ¡Estoy bebiendo estrellas!”.
Tiempo después, descubrió un vidrio mucho más resistente que resistía la presión de sus burbujas, y un corcho que evitaba todo el problema anterior. Así es como surgió el champagne, que a día de hoy sigue siendo la bebida del lujo por excelencia.

