El surf, un deporte que a menudo se acerca a una experiencia mística, en muchos casos a una hazaña extrema, pero siempre con la adrenalina resultante de la ilusión de domar la fuerza del mar. O por lo menos de convivir con ella.
Por Kevin “Big Ben” Walker
Hablamos de Surf, en hawaiano he’e nalu. ¿El significado? Deslízate sobre las olas.
No se sabe con certeza desde cuando los polinesios practican esta actividad; sin embargo, ciertamente la paternidad de esta disciplina es suya.
En 1777, estando en Tahití, el explorador James Cook observó a un hombre que se dejaba transportar por las olas. Cook fue el primer europeo en disfrutar del espectáculo que supone ver alguien surfear.
Sus palabras, escritas en su diario, reflejan el estupor y la emoción que el ingles sintió en aquel momento: “Mientras observaba a ese nativo encima de una especie de pequeña canoa, y las largas olas de Punta Matavai, no pude evitar concluir que aquel hombre sintió la más sublime de las emociones, al ser arrastrado con tanta velocidad por el mar”.
Un año después, cuando el explorador llegó a las islas Hawái, vio a otros hombres, de pie, encima de tablas de cinco metros y medio de largo, deslizándose sobre el agua.
Sabemos que antaño esta disciplina fue un asunto profundamente espiritual: desde el arte de “cabalgar” las olas hasta la oración por una buena navegación, pasando por los rituales que rodeaban la construcción de las tablas.
No fue solo una actividad recreativa, sino también un desafío para los líderes hawaianos y un medio para resolver sus conflictos.
Los reyes presumían de ser los más hábiles y los más competentes; contaban con playas personales donde solo surfeaban con miembros de la misma clase social, y nadie se atrevía a meterse al agua con ellos.
La gente común que practicaba el surf, no disfrutaba de privilegios especiales en los círculos reales, y solamente a través de sus capacidades y de su resistencia física, podía ir ganando el estatus de «jefe».
Durante el siglo XIX, la practica del surf se vio afectada por muchas razones. La llegada de los misioneros cristianos desalentó la práctica, también por la exposición de los cuerpos semidesnudos.
El fin del sistema social Kapu, en 1819, que llevó a la interrupción del Makahiki -un evento anual que solía durar tres meses y en el cual no se paraba de surfear- contribuyó al parón.
Y finalmente, los demás causantes: la atracción por las nuevas culturas con las que entraron en contacto los locales, el menor tiempo libre debido a los nuevos sistemas de trabajo, y la llegada de enfermedades previamente desconocidas a las islas que diezmaron la población.
Así que, en 1890, el surf en Hawái estaba casi extinto, y se practicaba de forma muy puntual, solamente en pocos lugares del archipiélago.
Pero, gracias a la dedicación de algunos reyes, entre los cuales David Kalakau, que deseaba el regreso de la cultura hawaiana en todas sus formas, esta antigua práctica se fue poco a poco recuperando.
El bautismo en las costas estadounidenses se remonta a 1885, cuando unos hawaianos que asistían a una escuela militar en San Mateo (California), se construyeron unas tablas y surfearon las olas en la desembocadura del río San Lorenzo, Santa Cruz (California), frente al estupor y a la fascinación de quienes asistían.
Otro aporte a la difusión del surf vino de Duke Kahanamoku, campeón de natación, ganador de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Estocolmo 1912 y Amberes 1920: durante sus viajes, Kahanamoku llevó el surf a las costas de Estados Unidos y de Australia.
En la década de 1930, el turismo a las islas hawaianas, dio al surf todavía más visibilidad.
Cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, el archipiélago de Hawái fue invadido por los militares, las playas se llenaron de alambre de púas y el surf sufrió otro momento de arresto. Después de la guerra, el gran boca a boca realizado por los soldados que habían pasado por Hawái, produjo la expansión de esta disciplina: los surfistas invadieron olas y playas como nunca habían hecho antes.
Como sabemos, una gran ayuda a la difusión del surf vino también de la industria cinematográfica, con películas como » The Endless Summer » de 1966, «El gran miércoles» del 78 y «Point Break» del 91. Incluso la discografía contribuyó de forma importante, con grupos musicales y cantantes como The Ventures, The Beach Boys, Ben Harper y Jack Johanson.
En 1960, «Surfing Magazine» fue la primera revista especializada del sector. El interés que generó este movimiento en el mundo de los medios hizo que el deporte se convirtiera, de forma muy rápida, en un estilo de vida, con jerga propia, indumentaria típica, y una nueva visión muy espiritual del mundo.
El encuentro con la cultura hippie, que tuvo lugar en el 67, en Laguna Beach (California), durante el famoso Verano del amor, representó una fusión atípica y revolucionaria, que dio origen a lo que Timothy Leary en el ’76 definió como «una mística espiritual propia de Laguna Beach : el misticismo del surf ”.
Con la década de 1990, el movimiento dejó atrás las protestas hippies, la era punk y la corriente psicodélica. La imagen de los niños rebeldes, que se materializó en la marginación social, se transformó y finalmente convirtió el surf en un «deporte limpio», acorde a todas las edades y generaciones, con una historia que ahora todos pueden disfrutar de forma incondicional.
Lo que llega hoy al gran público es la visión de una práctica fresca, joven, y sobre todo ecológica, respetuosa con el mar y con el medio ambiente.
Para enamorarse del surf, no queda más que probar: ¡ Vamos a por una ola!
Por último, si todavía no lo has leído, te recomendamos leer este otro artículo dedicado al surf: Cómo progresar en el Surf.
Una de los mejores puntos del surf es que solo necesitas tres cosas: tu cuerpo, una tabla y una ola.
-VERDE NAIMA-