EL CUENTO DEL GRANJERO: ¿REALMENTE TENEMOS BUENA O MALA SUERTE?

Cuántas veces nos preocupamos sin motivo por anticipar un futuro que siempre sucede de otro modo, causándonos verdaderos estragos emocionales al hacerlo.

Por Jerónimo Moleque Ibañez


Han sido muchos los filósofos de todas las culturas que, después de largos estudios, han llegado a la conclusión de que la máxima sabiduría es la que dice “no lo tengo claro”. De esta manera, antes de anticipar cualquier suceso, es mejor dudar a equivocarnos.

Había una vez un granjero que vivía en una pequeña aldea. Sus vecinos le consideraban afortunado porque tenía un caballo con el que podía arar su campo, y así aprovechar para aumentar –aunque mínimamente– su capacidad adquisitiva.

Un día el caballo se escapó, y al enterarse los vecinos, acudieron a consolar al granjero por su pérdida. “Qué mala suerte”, le dijeron, a lo que el granjero respondió: “Mala suerte, buena suerte… quién sabe”.

Unos días más tarde, el caballo regresó a la casa del granjero trayendo consigo varios caballos salvajes. Los vecinos fueron a casa del hombre, esta vez para felicitarle por su buena suerte. “Buena suerte, mala suerte… quién sabe” contestó nuevamente el granjero.

El hijo del granjero intentó domar a uno de los caballos salvajes, pero se cayó y se rompió una pierna. Otra vez los vecinos de la aldea se lamentaron de la mala suerte,  y otra vez el granjero les contestó “Buena suerte, mala suerte… quién sabe”.

Días más tarde, aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse al joven hijo del granjero al ejército, para alistarse en la batalla. El hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota, por lo que pudo permanecer en la granja ayudando a su padre. Los aldeanos, cómo no, comentaron la buena suerte del granjero. Y cómo no, el granjero les contestó: “Buena suerte, mala suerte… quién sabe”.


Una agradable fatalidad flotaba en el aire.
-CHARLES BUKOWSKI-

Un pensamiento en “EL CUENTO DEL GRANJERO: ¿REALMENTE TENEMOS BUENA O MALA SUERTE?

  1. En definitiva, que carecemos de perspectiva histórica para saber las consecuencias de lo que nos ocurre y de nuestros actos. Porque además de la paradoja de que a veces de lo bueno surge lo malo y de lo malo lo bueno.

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