EL TESORO DE BAFFIN Y UNA GRAN DECEPCIÓN

Un tesoro inimaginable hallado en la isla de Baffin provocó una epidemia de fiebre del oro. Hasta que se descubrió la verdad.

Por Nacho Figueroa


Martin Frisher, importante navegante inglés, no pasó a la historia por haber luchado con la armada invencible –término impuesto por los ingleses para referirse a su ejército en 1588, y así aumentar el ánimo de éstos en la batalla– sino por una exploración por las costas de la isla de Baffin, situada en el noroeste de Norteamérica.

Frisher halló en esta isla un tesoro sin comparación: tal cantidad de oro se había encontrado en esa isla, que tuvo que contentarse con cargar 200 toneladas para que el barco que llevaba no se quedara en tierra. Con gran gozo esperaba la reina Isabel I de Inglaterra –que reinó el país desde el año 1558 hasta el 1603– a que el marinero Martin Frisher llevara todo el oro que había conseguido.

De hecho, la reina Isabel I inició los preparativos de numerosas expediciones para conseguir traer la totalidad del oro que se encontraba en la isla. Cuando el tesoro fue presentado en Inglaterra, nadie se lo podía creer: ante ellos se alzaba una montaña del codiciado metal precioso, que recordaba al mismo sol.

Lástima que cuando los expertos de la época lo analizaron con más detenimiento, descubrieron que se trataba de pirita, mineral del grupo de los sulfuros comúnmente llamado “el oro de los tontos” por su gran parecido con este material.


Aquella gente apenas tenía nada, salvo montones de oro.
-SIR TERRY PRATCHETT –

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