La ropa intima representa una clave importante para muchas personas a las que les gusta lucirse sexy, pero sin sacrificar la comodidad.
Vamos a ver que sabemos acerca de la historia de la ropa interior y de la lencería, de cómo ha evolucionado a lo largo de los siglos. Y de paso, descubramos algunas curiosidades y recomendaciones acerca de su uso.
Por Vega López de la Cruz
¿Sabías que las antiguas griegas no llevaban nada debajo de la túnica? ¿Sabes cuando nació el sujetador? Vamos a descubrir juntas, estas y otras curiosidades acerca de la ropa interior.
¿Saldrías sin bragas? ¿Irías a la oficina sin sostén? Incluso si eres hombre, no es difícil imaginar que sin estas dos prendas la mayoría de las mujeres se sentirían, como mínimo, incómodas. Sin embargo, ha pasado mucho tiempo antes de llegar a una lencería cómoda y sin costuras, conjuntos sexys, tirantes transparentes que no llamarán la atención, etcétera. Lo que las mujeres han llevado debajo de la ropa a lo largo de los siglos es fascinante porque narra la evolución cultural, la relación entre géneros y sexualidad en el mundo occidental.
Empecemos por la antigüedad. Parece que la ropa interior nació en el antiguo Egipto, cuando las mujeres nobles comenzaron a usar una túnica en contacto directo con la piel debajo de la exterior, como una especie de enagua. Los antiguos romanos y griegos, menos modestos que sus sucesores, no llevaban nada debajo de sus túnicas y esto se aplicaba tanto a mujeres como a hombres.
En algunos casos, para hacer actividad física y como traje de baño, se conformaron con un vendaje pectoral, como los que se pueden ver todavía en diferentes mosaicos de la antigua Roma, primeros testimonios artísticos de «ropa interior».
Queda por definir lo que sucedió con la ropa interior durante la Edad Media, también porque quizás las telas pictóricas dedicadas al tema se fueron degradando hasta desaparecer a lo largo de los siglos y no existen escritos de la época que hablen en detalle de la ropa interior en aquel periodo histórico.
Sin embargo, hace poco tiempo, los arqueólogos de la Universidad de Innsbruck hicieron un descubrimiento interesante en el castillo austriaco de Lengberg. Durante las excavaciones encontraron lo que podría ser un sostén del siglo XV, sorprendentemente similar a los modelos de la década de 1950.
Lo que sabemos con certeza es que en aquel período nació el término «mutanda» (braga), que deriva del latín medieval mutare, o «lo que hay que cambiar». En italiano sigue llamándose de esa forma. Parece que la italiana Caterina de’ Medici, esposa del rey Enrique II de Francia, introdujo el uso de bragas ajustadas para ocultar las partes íntimas durante las cabalgatas. Por lo tanto, con la única función de cubrir las piernas de las damas durante la equitación. Como curiosidad anecdótica, ella fue también la persona que importó a Francia la idea de utilizar el tenedor (hasta ese momento se comía con las manos) y la idea de ir preparando diferentes platos (primero, segundo, guarnición), en lugar que servir todo junto en forma de plato único.
Pero volvamos a la ropa intima. Pronto las bragas (más tarde llamados «braghesse»), se convirtieron en un instrumento de seducción: estaban confeccionadas con telas de oro y plata, adornadas con bordados y piedras preciosas. Llevarlas, por tanto, se convirtió en un signo de excesiva frivolidad y libertad de costumbres. La iglesia se opuso a ellas definiéndolas algo obsceno y lujurioso. Las prostitutas las convirtieron en símbolo de su profesión, y por eso desaparecieron entre los aristócratas. Se estima que a principios del siglo XVIII solo los usaban 3 mujeres nobles de cada 100. En los años siguientes, sin embargo, volvieron a triunfar, hasta entrar en el vestuario de la gente común.
Durante el Renacimiento aparecieron las primeras ligas, corsés y las famosas crinolinas, las jaulas para poner debajo de la falda. Gracias a las crinolinas, la ropa interior también volvió a ser de uso común, para evitar que cualquier viento o movimiento brusco dejara entrever las partes íntimas.
En el siglo XVI, las autoridades venecianas impusieron el uso de las bragas a las cortesanas, por razones de higiene y decoro público. Llegaban hasta la rodilla, y a menudo estaban bordadas y adornadas con cintas.
El corsé será el protagonista del vestuario femenino durante al menos 400 años, convirtiéndose en un instrumento de tortura y seducción, causante de malformaciones e incluso muertes. Era una faja alta reforzada con huesos de ballena, que apretaba la cintura y levantaba los senos.
Hubo una época en la que incluso (y erróneamente), se llegó a difundir el mensaje de que el llevar los corsés podía resultar beneficioso para el sistema respiratorio y tener el poder de curar el reumatismo y la indigestión.
La forma del reloj de arena fue realzada en el siglo XIX, dando vida a la típica “avispa”.
A principios del siglo XX, la ropa interior femenina comenzó a ser más llevadera, si no francamente cómoda. El nacimiento del sujetador, la alegría de toda mujer, se remonta a 1889, gracias a Hermine Cadolle, una diseñadora parisina. La patente, sin embargo, llegó solo en 1914, cuando una mujer adinerada de Nueva York compró un vestido de noche muy caro, pero una vez usado notó que el vestido era muy ligero y resaltaba el contorno del corsé. Con la ayuda de su sirvienta, construyó un sostén que constaba de dos pañuelos, una cinta y una cuerda. Poco después, patentó su invento y lo vendió a Warner Brothers Corset Company por $ 15,000.
Los calcetines también eran imprescindibles a principios del siglo XX. Durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres trazaban una línea en la pantorrilla para que la gente pensara que las estaban usando. Después de 1955, este truco dejó de funcionar porque la costura desapareció. Las pantimedias llegaron poco después, en 1959, a Estados Unidos.
En aquella época, la ropa interior empieza a ser más ostentosa. ¿Quién no recuerda a Marilyn inmortalizada en 1954 por fotógrafos al cruzar una reja del metro de Nueva York que le levanta el vestido? No importa si su esposo, Joe Di Maggio, no apreció mucho la atención que Marilyn recibió de los paparazzi.
Nos vamos acercando a nuestros tiempos. Las vallas publicitarias y los escaparates de las tiendas empiezan a exponer un estilo supersexy de lencería. Ho en día, el confort y lo sexy son los protagonistas de las colecciones más exitosas.
Como hemos podido ver, a lo largo de los siglos, la ropa interior ha entrado y salido del guardarropa de las mujeres, pero hasta el siglo XVIII se consideraba una prenda indecorosa.
Hablamos ahora de diferentes curiosidades y recomendaciones ligadas a la moda intima y a la lingerie.
En cuanto a ropa interior, la elección es muy amplia. La encontramos en todos los tamaños y colores y modelos, desde el blanco hasta otras infinitas tonalidades más o menos chic y sofisticadas. Los materiales utilizados en su fabricación también son muchos, podemos elegir entre ropa interior en algodón, seda, licra, etc.
Si deseas preservar la salud de tus partes íntimas, es importante que sepas que debes elegir ropa interior hecha de un gran porcentaje de algodón, preferiblemente hecha en su totalidad de algodón. Este material permite que la piel respire y absorba el sudor, lo que limita la proliferación de bacterias responsables de malos olores e infecciones.
Para evitar la flacidez de la piel, es recomendable no llevar ropa demasiado ajustada. Una recomendación que también se aplica a la ropa interior. Un tamaño demasiado pequeño comprime la piel, favorece su relajación y también aumenta el fenómeno de la sudoración. Un ambiente húmedo genera más gérmenes y mayores riesgos de irritación, cistitis y proliferación de bacterias.
A nivel europeo, las mujeres francesas son las mayores consumidoras de ropa interior, luego están las italianas, seguidas por las alemanas. Destinan un presupuesto anual a la ropa interior que representa casi el 20% del presupuesto total dedicado a la ropa.
Según los expertos, casi el 64% de las mujeres usarían la talla de sostén incorrecta. Además del efecto desagradable, esto repercute en su salud. De hecho, un tamaño demasiado pequeño de sostén comprime el seno, promueve su colapso y la obstrucción del flujo linfático, mientras que un tamaño demasiado grande no soportaría adecuadamente el peso del seno, especialmente si es grande, lo que resulta en dolor de espalda y tensión muscular, en el cuello y en los hombros. Un estudio reciente también sugiere que ya no use sostén.
Si tu sostén se ha usado con demasiada frecuencia o se ha lavado con demasiada frecuencia ignorando las instrucciones de la etiqueta, te verás obligada a cambiarlo después de seis meses. Estos malos hábitos dañan el tejido y reducen su elasticidad y capacidad de soporte.
El tanga tiene orígenes muy antiguos y se remonta a los pueblos primitivos que vestían su «antepasado»: un trozo de tela. Se dio a conocer a través de la ley promulgada por el alcalde de Nueva York en 1939, que obligaba a las bailarinas y a los bailarines de la ciudad a usar tangas en lugar de exponer su desvergonzada desnudez.
Según una encuesta realizada, el bóxer o calzoncillo es la ropa interior más popular entre los hombres de todas las categorías de edad, con un porcentaje del 44%.
El mercado de la ropa interior masculina rara vez experimenta fluctuaciones en la economía global, cuando se reduce la compra de ropa interior masculina, significa que las condiciones económicas actuales están en crisis.
Durante la crisis económica mundial de 2009, las ventas disminuyeron un 2,3% y hubo un aumento con la mejora de las mismas en un 6,4% en 2011.
El mercado mundial de la ropa intima alcanzó unos modestos 150.000 millones de dólares. El 50% del mercado lo ocupa el sujetador, el 33% las bragas y las demás prendas intimas. El país que experimenta el mayor crecimiento del sector es China, que crece un 20% cada año.
El 13 de junio de 2010, un neoyorquino de 10 años llamado Jack Singer estableció el récord mundial por usar la mayor cantidad de ropa interior al mismo tiempo, con hasta 215 bragas puestas una encima de la otra.
Hasta el siglo XIX, las bragas se consideraban ropa de hombre que las mujeres no podían usar. Solo podían usar faldas para protegerse del frío y trozos de tela blanca durante la menstruación. Como hemos visto, usar bragas estaba mal visto (sinónimo de mujer frívola) o significaba que ella era la mujer que dominaba su hogar.
En fin, afortunadamente, los tiempos han cambiado.
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