Muchas son las marcas creadas durante los años oscuros de la Segunda Guerra Mundial. Fanta es una de ellas.
Por Nacho Figueroa
El origen de Fanta se remonta a mediados del siglo XX en pleno apogeo de la Segunda Guerra Mundial mientras Adolf Hitler se encontraba en el poder. El refresco nació como réplica al monopolio que estaba teniendo Coca-Cola respecto a las bebidas gaseosas en todo el mundo.
Durante los años treinta el crecimiento de la marca Coca-Cola en Europa era prácticamente imparable, y el mercado alemán fue uno de sus puntos estratégicos. Tanto es así que según numerosos estudios de mercado, tal progresión se vio evidenciada en la construcción de 50 plantas de producción durante estos años en la Alemania nazi. Coca-Cola llegó a ser tan popular entre los alemanes que en 1936 se convirtió en uno de los principales patrocinadores de los Juegos Olímpicos de Berlín, el mayor evento internacional que el Führer Hitler empleó como forma de propaganda.
El estallido de la guerra en 1939 y debido a los embargos, resultó imposible importar tanto los jarabes como los ingredientes y la fórmula secreta de Coca-Cola a Alemania y a otros países europeos. La marca decidió entonces dejar de enviar su producto a los germanos, tal y como explica el historiador y periodista Jesús Hernández en su libro «Historias asombrosas de la Segunda Guerra Mundial» (Editorial Nowtilus).
En 1941, cuando Estados Unidos entró a formar parte activa en la Segunda Guerra Mundial, la relación entre Coca-Cola y la filial germana Coca-Cola GmbH se cortó radicalmente. Fue en este momento cuando se comenzó a realizar pruebas para crear un nuevo refresco que tuviera unas ventas similares a las de la bebida de cola.
En este momento, Max Keith –máximo responsable de la filial germana de Coca-Cola– afirmó que la gran maquinaria que tenía para producir el refresco no podía dejar de funcionar. Ideó un popurrí de ingredientes que fueran los más asequibles del territorio: excedentes de frutas sobrantes de otras empresas alimentarias, suero de leche, pulpa de manzana, y subproductos de la industria del queso, todo ello endulzado con sacarina y un gran porcentaje de azúcar.
La fórmula estaba creada, pero faltaba una de las partes más importantes: el nombre. Éste debía ser impactante y fácil de recordar, y se propuso “Fanta”, derivado de la palabra Fantasie –fantasía en alemán–. En este momento el refresco Fanta había salido al mercado, y su marca ya estaba registrada. Además, por temor a que los potenciales clientes no confiaran en esta nueva bebida por no ser una marca conocida, se decidió incluir la frase “es un producto de Coca-Cola GmbH” como garantía de calidad, tal como pasa actualmente con innumerables productos.
Este nuevo refresco tuvo un gran éxito, y ya en 1943 se vendieron casi tres millones de botellas. Se ha especulado mucho con estas cifras ya que estudios posteriores confirmaron que la mayoría de la población compraba Fanta para endulzar otros alimentos, debido a que el racionamiento del azúcar era extremo entre los alemanes. Aún así, había nacido una nueva bebida, y lo había hecho en el régimen nazi.
Finalmente y años después de terminar la guerra, en 1955 Coca-Cola Italia sugirió crear una bebida con raíces cítricas propias del clima mediterráneo. Coca-Cola patentó el proyecto, y le pareció buena idea crear una bebida con sabor a naranja, bautizándola con el nombre de la soda que surgió en Alemania. Así nace en Napóles (Italia) en 1955 la famosa bebida Fanta, fabricada con ingredientes cítricos de origen local. Se cambiaron los precarios ingredientes de Fanta y se empezó a comercializar en todo el mundo, vendiendo actualmente más de 2 millones de bebidas al día en más de 200 países.
Ilustración: Kike García
Según lo que se come y lo que se bebe es lo que se hace y se piensa.
El pensamiento es hijo del estómago.
-ENRIQUE LÓPEZ ALBÚJAR-