Las coincidencias son hechos accidentales. Todos, al menos una vez en la vida, nos hemos topado con alguna coincidencia. Pero, a lo largo de la historia, ha habido algunas realmente increíbles.
Por Isabella Montichiari
La lista que sugerimos incluye algunas coincidencias increíbles que, al parecer, sucedieron realmente.
Joseph Aigner, por ejemplo, fue un pintor nacido en Múnich en 1818 que casi muere tres veces. Y las tres veces, el mismo extraño individuo intervino entre él y la muerte. El pintor intentó ahorcarse dos veces, a los 18 y a los 22 años, y fue un monje capuchino quien lo salvó en ambas ocasiones. Tiempo más tarde, durante los levantamientos revolucionarios de 1848 en Viena, fue condenado a muerte por un consejo de guerra con la acusación de alta traición. Y también en este caso, el monje intervino para concederle el indulto.
Finalmente, Aigner logró suicidarse en 1886 cuando, a la edad de 68 años, se pegó un tiro. Su funeral fue celebrado por el mismo monje capuchino que, de forma casual, lo había cuidado durante toda su vida. Una historia aparentemente legendaria, narrada por el famoso Ripley’s, un cuento de hadas escondido entre los eslabones más realistas de una historia que, a los ojos de muchos, debería aparecer siempre como una galería de lo obvio y lo plausible.
Catorce años antes del hundimiento del Titanic, el escritor Morgan Robertson esribió en uno de sus libros acerca del trágico accidente de un barco llamado «Titán». Las coincidencias no terminan ahí: el Titanic y el barco del cuento de Robertson tenían características técnicas similares, y ambos no tenían suficientes botes salvavidas para todos los pasajeros. ¿Dónde situó el escritor el incidente? Justo en el Atlántico norte.
En 1975, Erskine Lawrence Ebbin murió a la edad de 17 años a bordo de su motocicleta después de ser atropellado por un taxi. Un año antes, a su misma edad, su hermano murió en un accidente con la misma moto, por culpa de un taxista. ¿La coincidencia más trágica? El taxista fue el mismo en los dos accidentes.
Es poco probable que el agricultor bosnio de 20 años, Gavrilo Princip, sabía de antemano que sus acciones iban a cambiar el curso de la historia del siglo XX, pero eso es exactamente lo que sucedió cuando el hombre sacó su arma y disparó dos veces a matando al archiduque Francesco Ferdinando y a su esposa Sofía, en junio de 1914.
Con su muerte inició una cadena de acontecimientos que habría provocado una de las guerras más sangrientas de la historia y sembrado la semilla del advenimiento del nazismo en las décadas siguientes. El acto criminal fue posible gracias a una coincidencia única y singular: Princip era parte de una pandilla de siete conspiradores que, querían matar al archiduque.
Tras el fallido intento de uno de los siete de asesinar a Francesco Ferdinando con una bomba, parece que los otros seis se habían rendido, o quizás pensaban que el ataque había tenido éxito. Gavrilo se había detenido en una tienda de alimentarios y, al salir, vio el coche del Archiduque aparcado a poca distancia: el conductor había tomado un giro equivocado y, al girar en U, tenía en aquel momento el motor apagado. Gavrilo no desaprovechó la oportunidad, y el resto es, como se suele decir, historia. Así que todo llegó a ocurrir debido a que el conductor del Archiduque había tomado la ruta equivocada y Princip había decidido comer algo.
Parece ser que dos mujeres, Barbara Forrest y Mary Ashford, fueron víctimas de unos crímenes muy similares, cometidos en el pequeño pueblo de Erdington, a unas cinco millas de Birmingham, Inglaterra. Ambas jóvenes de veinte años, nacidas el mismo día, fueron violadas y estranguladas y sus cuerpos encontrados en el mismo lugar, a solo 250 metros de distancia; ambas fueron asesinadas el mismo día, 27 de mayo, con 157 años de diferencia (1817 y 1974), aproximadamente a la misma hora. Lo que es aún más extraño es que ambas pasaron la noche con un amigo, usaron un vestido nuevo y fueron a un baile (donde supuestamente conocieron a su asesino). Aún más preocupante es el hecho de que los dos presuntos asesinos tenían el mismo apellido, Thornton, y que ambos fueron absueltos.
Otra coincidencia realmente sorprendente tiene que ver con el celebre escritor Edgar Allan Poe. Algunos llegaron incluso a pensar que el escritor llegó a viajar con una máquina del tiempo, debido a que habló con mucha precisión de un hecho que acabó ocurriendo medio siglo después. La delgada línea entre la fantasía y la historia a menudo se desmorona, confundiendo el imaginario del arte con la crónica más oscura y los grandes autores de la literatura se encuentran involuntariamente profetas de los grandes dramas históricos. La novela de Edgar Allan Poe, “La historia de Arthur Gordon Pym” (1838), fue el progenitor del género de terror psicológico, en el que un equipo de Nanthucket naufraga en el Atlántico Sur y se alimenta del joven Richard Parker para sobrevivir. En 1884, el yate Mignonette también naufragó en el Atlántico Sur, y la tripulación se encontró a la deriva sin comida ni agua. El capitán Edwin Stephens, desesperado, preguntó a los sobrevivientes que tenían familia, para que alguien se sacrificase para salvar a otros del hambre y de la sed. Richard Parker, fue asesinado y luego canibalizado. La tripulación fue rescatada unos días después, y el caso se hizo tan famoso en Inglaterra que la pena de muerte por asesinato y canibalismo impuesta por el tribunal a los sobrevivientes fue conmutada por seis meses de prisión debido a la emoción pública.
Cuando el actor Anthony Hopkins aceptó el papel de la película «La chica de Petrovka», quiso empatizar con el personaje. Así que decidió buscar también la versión del libro escrito por George Feifer, para poder estudiarlo antes de empezar a rodar.
Lástima que el libro no se encontrara por ningún lado. Sin embargo, sucedió que un día, mientras Hopkins viajaba en el metro, encontró una copia apoyada en el asiento de un vagón. Las coincidencias no terminan ahí… mucho tiempo después, el actor conoció al escritor del libro, quien le confesó que él tampoco contaba con alguna copia, porque la única con la cual se había quedado, la había prestado a un amigo que la había perdido en el metro… Cuando el actor le mostró el libro que había encontrado en el metro, ambos se sintieron incrédulos al ver que el libro de Feifer era el mismo.
Roma nació tradicionalmente gracias a Rómulo, el primer emperador. La historia de la ciudad termina con su homónimo, Romulus Augustus, el último gobernador del Imperio Romano Occidental.
Por ultimo, esta es la historia de dos gemelos separados al nacer, Jim Springer y Jim Lewis, los dos eran idénticos y fueron separados y confiados a dos familias diferentes. Ambas familias llamaron a sus hijos James, sin saberlo, los gemelos se casaron con sus respectivas esposas, ambas llamadas Linda. Respectivamente tuvieron un hijo al que llamaron por el mismo nombre, James Allen, los gemelos se separaron de sus esposas y se volvieron a casar con dos mujeres con el mismo nombre Betty. Lo más increíble de todo es que los dos hermanos crecieron sin conocer la existencia del otro.
Para otros artículos dedicados a curiosidades:
SECCIÓN «CURIOSIDADES Y AVENTURAS HUMANAS»
Pensaba en lo lleno que está el mundo de coincidencias. En cómo todos esperamos algo.
-ANTONIO BUERO VALLEJO-